Cáritas Diocesana

Blog Al Encuentro • 29/11/2023

¿Qué quiero del mundo para ti? Una carta a Ismael

Nador, en la frontera marroquí con Melilla, está lleno de familias migrantes que buscan allí un espacio de descanso antes de continuar su ruta migratoria. En mi estancia allí, pude conocer a muchas madres con hijos pequeños. Uno de los niños que más traté, Ismael, tenía 3 meses cuando me volví a Sevilla. Estos días le escribí ...

Blog Al Encuentro • 29/11/2023
¿Qué quiero del mundo para ti? Una carta a Ismael

Nador, en la frontera marroquí con Melilla, está lleno de familias migrantes que buscan allí un espacio de descanso antes de continuar su ruta migratoria. En mi estancia allí, pude conocer a muchas madres con hijos pequeños. Uno de los niños que más traté, Ismael, tenía 3 meses cuando me volví a Sevilla. Estos días le escribí ...

Macarena

Nador, en la frontera marroquí con Melilla, está lleno de familias migrantes que buscan allí un espacio de descanso antes de continuar su ruta migratoria. En mi estancia allí, pude conocer a muchas madres con hijos pequeños. Uno de los niños que más traté, Ismael, tenía 3 meses cuando me volví a Sevilla. Estos días le escribí una carta para que la lea cuando sea más mayor.

 

Querido Ismael:

Tu vida comenzó en el vientre de tu madre cuando ella cruzaba fronteras, cuando recorría países hasta llegar a Nador, donde finalmente nacerías.

Allí te conozco cuando apenas tienes tres meses. Aún no hablas, aún no andas ni gateas, pero a través de tus ojos, siempre atentos a tu alrededor, empiezas a mirar el mundo. A veces me he preguntado qué ves, qué es lo que primero has empezado a entender del mundo. ¿Dónde estás, quiénes son las personas que te rodean?

Tu madre, es muy joven y aunque parece que está sola, tú eres la persona a la que se aferra de verdad, te tiene a ti y eso la sostiene. Te mira con todo el amor del mundo, y habla de lo tranquilo que eres y lo bien que duermes, sabiendo que en el momento en el que tú naciste, su vida, como la de todas las madres, cambió para siempre. A partir de ahora, ni sus sueños ni su bienestar son solamente suyos.

Aquí, en la Delegación Diocesana de Migraciones, todo el que pasa por tu lado hace parada obligatoria para darte una muestra de cariño, carantoñas o abrir sus brazos con la ilusión de mecerte por un momento. Pero cuando lo veo, siempre me pregunto, ¿será así cuando salgas de aquí, cuando continuéis vuestro camino?, cuando te hagas mayor y ya no seas un bebé y pases a ser un adolescente, un joven, un hombre… ¿Te recibirán con la misma ternura de cuando eras un bebé?

Unos días antes de marcharme, tu madre, contigo en brazos, ha reiniciado vuestro camino. Y ahora pienso qué será de ti en unas semanas, en unos meses, en unos años… Otro niño que nace en mitad del camino, otra madre que da a luz en mitad de su camino.

Os veo marchar y pienso también qué querrá tu madre para ti, cuáles son sus deseos para tu vida. Como los de cualquier otra madre: salud y felicidad, que tengas una vida plena... Pienso también cómo sería tu vida si hubieses nacido en otro tiempo, en otro lugar y en otras circunstancias.

Pero pienso también en qué me gustaría desearte yo, en qué quiero del mundo para ti:

Quiero que el mundo te reconozca por lo que eres, un niño. Y quiero que, como tal, te proporcione los mismos derechos que tienen otros niños en el mundo, como una educación y una vida digna.

Quiero que el mundo te abra las puertas a ti, Ismael, y a tu madre, que os garantice esa oportunidad que muchos tenemos de poder empezar de nuevo en otra ciudad o en otro país.  Con unas fronteras siempre abiertas, que no dependan de vuestra procedencia o vuestro color de piel. Que se respeten vuestros derechos y vuestra dignidad, igual que la mía o la de cualquier otra persona.

Quiero que la sociedad que os reciba, sea donde sea, sea una sociedad hospitalaria, de acogida. Quiero que no se deje llevar por prejuicios, por el miedo al otro o por el odio. Que se deje llevar por el amor.

Quiero que puedas seguir tus sueños como los niños con los que yo crecí. Que, si quieres ser médico, profesor, o lo que quieras ser, puedas serlo. Que tu mayor problema sea elegir qué quieres ser de mayor.

Quiero que seas capaz de echar raíces en un lugar donde te sientas seguro y respetado, donde tengas un futuro y donde puedas desarrollarte como persona.

Quiero que nadie te juzgue por tu situación administrativa, tu procedencia o por un largo etcétera. Quiero que se te juzgue por tus acciones y por quién eres.

Quiero que el mundo te siga mirando con los mismos ojos tiernos con los que te miran cuando eres un bebé a medida que vas creciendo. Quiero que no disminuya la ternura a medida que creces.

Y como tu madre, yo también te deseo salud y felicidad para el resto de tu vida.