Arranque de curso en el Proyecto Nazaret

Desde el Proyecto Nazaret comparten cómo afrontan el comienzo de curso y los diferentes caminos que toman sus participantes


Desde el Proyecto Nazaret comparten cómo afrontan el comienzo de curso y los diferentes caminos que toman sus participantes


Para las personas que participan del Proyecto Nazaret la vida no se detiene en ningún momento. Durante todo el verano, aunque con diferente ritmo, se han mantenido las clases de español, la asistencia a diferentes cursos, atentos a diferentes oportunidades laborales y de formación… Como solemos compartir con ellos y ellas, hay que estar permanentemente atentos a “los trenes” que pasan, para no perder ninguna oportunidad.

Pero en septiembre es cuando se van concretando muchas de las ofertas formativas que van dando forma a sus expectativas. Aunque durante el verano han estado presentes los voluntarios, la vuelta de las vacaciones ha permitido volver a nuestros horarios normales de mañana y tarde, y con ello la posibilidad de aumentar el número de plazas para las personas que quieren aprender español. También es el momento de que otros voluntarios se incorporen por primera vez a nuestro proyecto, lo que supone una alegría, y muchos otros se reenganchan a la actividad tras el periodo estival. Gracias a ellos, el proyecto puede realizar sus actividades durante todo el año.

El comienzo del curso escolar también ha permitido que muchos de los jóvenes inmigrantes puedan empezar o continuar sus estudios en diferentes institutos para estudiar la ESA (enseñanza secundaria de adultos), que le permitirá seguir su formación en los próximos cursos.
Y otros y otras, que ya acabaron con éxito la ESA el curso pasado, han podido empezar cursos de Formación Profesional de grado Medio, con la ilusión de poder encontrar una salida laboral estable y digna según sus aspiraciones.

La valentía y la ilusión de las personas migrantes con las que tenemos la suerte de compartir camino hace que aprovechen también otras oportunidades de formación, al mismo tiempo que hacen sus estudios reglados, y muchos de ellos siguen o se han incorporado a los cursos que se ofrecen desde el Centro Diocesano de Empleo: hostelería, mantenimiento, limpieza de grandes superficies, abrillantado… A veces es un ritmo realmente agotador, pues muchos han de participar por la mañana en una formación y por la tarde en otras, pero saben que es el momento para hacer este esfuerzo mientras se solucionan muchos de los eternos problemas de documentación que los acompañan siempre.

Y al mismo tiempo, en los pisos donde residen, se producen cambios. Chicos que salen para ir tomando su propio camino, nuevas personas que entran y a las que hay que empezar a acompañar para ir concretando sus proyectos migratorios.
Efectivamente, la vida no para. Pero septiembre siempre nos sitúa de forma renovada ante los sueños y oportunidades que nos hacen sentir que el futuro lo construimos juntos y juntas con las personas migrantes y refugiadas.
 

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